Mañana en la Escuela infantil Osa Menor, leyendo ¡Malacatú! a lunas, soles, indios y vaqueros.

Esta mañana he tenido uno de mis momentos favoritos como autora y humana del planeta Tierra. Julia, me ha invitado a su guardería, la Escuela infantil Osa Menor, para leer ¡Malacatú! con toda su clase, que son las lunas y los soles y la clase de al lado, formada por los vaqueros y los indios, todos de 2 y 3 años. Hemos hecho gárgaras y preparado voces, manos, brazos, orejas y ojos para lanzar hechizos, ¡y vaya si los hemos lanzado! Como verdaderos magos a son de ¡Fi!, ¡Fa!, ¡Fu!, nos hemos reído mucho leyendo el libro y después, haciendo nuestras propias transformaciones. Hemos pintado juntos un mural con madres y padres transformados en globo, en coches de carreras, en león, en tigre, en búho, en barco, en puercoespín, en flor, hasta en serpiente, aunque luego pudiéramos acabar con más de una picadura.. Carlota ha preferido transformar a su abuelo y lo ha hecho en gato. También nos hemos contado las cosas que nos gustan mucho, como hacer la croqueta, comer croquetas, coger conchas y piedrecitas por la playa, cantar o bailar. Por supuesto, hemos hablado de otras cosas que nos gustan menos, como lavarnos los dientes, ir a dormir o tener que recoger los juguetes, aunque alguno ha proclamado que prefería lavarse los dientes a jugar, ¿será verdad esa cosa tan extraña?

Hemos coincidido todos en lo mucho que nos gusta pintar, leer libros y contar cuentos, así que hemos pasado un rato malacatudo. Tanto, que me han hecho una de las despedidas más increíbles que puedan existir. Ha sido tal tropel de abrazos y besos, que he acabado por el suelo con una montaña de lunas, soles, indios y vaqueros encima de mí.