El pangolín, especie en peligro de extinción.

A pesar de lo fascinante que es, no he conocido hasta hace bien poco a este extraño mamífero cubierto de escamas con aspecto de guerrero medieval, que se acoraza enroscándose en modo de bola cuando se siente amenazado. A falta de dientes, tiene una lengua pegajosa tan larga como su cuerpo y un estómago a prueba de balas en el que acumula guijarros para triturar los siete millones de hormigas y termitas que consume al año. Solitario, nocturno y cegato, suple su falta de visión con un olfato muy desarrollado.
He conocido su nombre a la vez que la mala noticia: el pangolín es uno de los principales animales en alto peligro de extinción por tráfico de especies. Desafortunadamente, ni su estrategia de pasar por piña o alcachofa andante, ni el ácido maloliente que libera a lo mofeta, le han servido para parar la caza masiva que le mantiene en peligro crítico por la alta cotización en Asia de su carne, considerada un manjar, y por el valor de sus escamas, a las que se atribuyen propiedades curativas mágicas. Según uno de los estudios más recientes de la Universidad de Sussex, son más de 2,7 millones los pangolines cazados en un año.

Para tratar de evitar su desaparición, 182 naciones que han suscrito el Convenio sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas (CITES) han llegado a un acuerdo para la total prohibición del comercio de pangolines. Además, se ha puesto en marcha una campaña mediática para concienciar a la población y salvar al pangolín, liderada por el naturalista David Attenborough.

Todo en este insectívoro es cautivador y quedan muchísimas incógnitas sobre su naturaleza y comportamiento sin descubrir. Ojalá se consiga parar el ritmo brutal de caza y que permitamos alargar por muchos años la vida de esta especie tan misteriosa.

https://wildfor.life/es/species/pangol%C3%ADn